Por Rosi Orozco

Cuando Wirawan Mosby era una niña, supo que la trata de personas es tan cercana como una vecina que vive del otro lado de la calle. Antes de cumplir siete años, conoció personalmente en su natal Chanthaburi, una pequeña provincia al este de Tailandia, en la frontera con Camboya, a una niña que era explotada sexualmente con el consentimiento de sus padres. Wirawan nunca pudo defenderla porque era tan menuda y pequeña como su amiga, y su recuerdo le persiguió hasta convertirse en adulta. La responsabilidad que Wirawan sintió por esa niña a la que le perdió la pista fue tan grande que años más tarde abandonó su profesión como maestra y decidió dedicar su vida a la prevención y la lucha contra la trata de personas en su país a través de una fundación llamada HUG, que por sus siglas en inglés significa Esperanza, Entendimiento y Gracia.

El tenaz trabajo humanitario de Wirawan en un país como Tailandia, que engendra a las más terribles bandas de trata de personas del mundo, fue reconocido el año pasado con el influyente Premio “Report Hero” que otorga el Departamento de Estado de Estados Unidos. Gracias a su trabajo, se han iniciado más de 81 investigaciones sobre explotación sexual infantil y más de 20 tratantes han sido sentenciados. Además de su récord en favor de la justicia, a Wirawan –mejor conocida como “Boom”, por su inagotable energía– se le reconoce por otro hecho inspirador: sin ser víctima de trata de personas, abrazó la causa con amor. Lo hizo, simplemente, porque un flagelo que hiere a las más débiles de nuestra sociedad no le podía ser indiferente.

Una de sus frases más famosas refleja ese enorme corazón que tienen las personas que desinteresadamente persiguen el fin de esa esclavitud moderna: “Al final, cuando uno se da cuenta que existe la maldad de la trata de personas se tiene que hacer una elección: hacer algo o no hacer nada”.

Sus palabras cobran especial importancia esta semana, justo cuando los mexicanos nos preparamos para hacer una elección: ¿quiénes gobernarán nuestro país y nuestras comunidades por los próximos tres y seis años?

Frente a esa decisión, hacer nada es sencillo. Es tan simple como voltear la cara y no ver a esa jovencita parada en la esquina, tirititando de frío, buscando angustiosamente a clientes 30 años mayor que ella. No escuchar a esa muchacha que cuenta en televisión cómo fue violada más de 500 veces en un hotel de paso. No leer sobre esa niña que fue vendida por su papá y que era la atracción principal de una cantina a la orilla de una carretera ni interesarse sobre la mamá que busca a su hija que raptaron afuera de una fiesta. Lo admito: hacer nada es fácil. Comodísimo. Pero nadie dijo que un país libre de violencia sería sencillo.

Por el contrario, hacer algo implica esfuerzo. Se requiere valentía, solidaridad, corazón y estómago para indignarse. Requiere temple para escuchar un testimonio, generosidad para compartirlo y un infinito amor para cambiar lo que sucede en México. A veces, también admito, es incómodo. Nos acostumbraron a que estos temas no se discuten en la mesa ni en el trabajo. Los delitos sexuales, la explotación sexual, el tráfico de personas, no son temas que agraden tanto como la conversación acerca del clima o la nueva canción de moda. Pero en los días siguientes es necesario que llevemos esta conversación a tantos lados como se pueda, en público y privado, aunque cueste un poco más de trabajo.

Afortunadamente, existen formas de hacer algo. Algunas acciones son menos duraderas que dedicar una vida a combatir este delito, pero no por ello menos importantes. Una está al alcance de todos: revisar cuáles son las candidatas y candidatos que estarán en nuestra boleta según el estado, municipio o distrito electoral y revisar con el hashtag #SiTienesMadre si han firmado ya compromisos puntuales para erradicar la trata de personas en nuestro país.

Es imperante que en un país de más de 32 mil desaparecidos, y donde cada año unas 120 mil personas son atrapadas en redes de explotación humana, ningún candidato gane una elección sin antes comprometerse a que no permitirá más giros negros en su localidad, que habrá cero tolerancia ante las personas que se beneficien económicamente de la prostitución ajena, que nunca aceptará dinero que se ensució con las lágrimas de una niña a la que la vendían con un catálogo y que no votará a favor de reformas de ley que abran la puerta a los tratantes que ya están en prisión pagando por el terrible daño que han hecho a las personas más vulnerables de este país.

Las mexicanas y los mexicanos que ya nos hemos dado cuenta de la maldad de la trata de personas y no queremos voltear la mirada tenemos algo más que una elección este 1 de julio: además de elegir presidente, senadora, gobernador, entre otros, estaremos eligiendo a a los próximos “zares antitrata de este país” o a servidores públicos que en el poder desdeñarán la seguridad de las familias mexicanas.

Urge que este último día de campañas, esta ciudadanía valiente presione a los aspirantes a un cargo de elección popular que se unan a la campaña #SiTienesMadre. Antes de entrar a la casilla de votación, urge tener en mente las palabras de Wirawan “Boom” Mosby:

“Se tiene que hacer una elección: hacer algo o no hacer nada”. Yo confío en que haremos algo.

 

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